Una larga tradición

Todo comenzó cuando, en la España de posguerra, Don Juan Paradas Pérez  sufrió una enfermedad que le impedía seguir con su trabajo como agricultor. Para mantener a su familia empezó a fabricar unas piezas de pan de miga blanda. Él mismo iba al molino, amasaba y horneaba en una panadería alquilada que pagaba a tanto la pieza cocida. Una vez terminados agarraba su cesto cargado de molletes humeantes cubiertos con una manta, para guardar el calor y el aroma de las piezas recién cocidas, y salía a vender por las calles de Antequera a la voz de «molletes calientes».

Don Juan había reinventado el mollete sin…

conocer de antemano la receta. Su espíritu emprendedor le hizo volver a dar con la fórmula de un pan tradicional cuya elaboración, lamentablemente, se había ido perdiendo.

La producción fue en aumento y, poco a poco, se fueron incorporando a la Panadería San Roque su esposa e hijos. Gracias al buen hacer de Don Juan el mollete se iba convirtiendo en el desayuno habitual de los antequeranos y su consumo se fue extendiendo por toda Andalucía.

La tradición fue pasando de padres a hijos, sin perder la calidad y el sabor de siempre, incorporándose actualmente la cuarta generación al frente de Mollete San Roque, convirtiendo el mollete de Antequera en parte del patrimonio histórico cultural de Andalucía.

Curiosidades del
Mollete

En esta acta capitular del año 1775, encontrada en un legajo del archivo municipal de Antequera, habla de la concesión a Manuel Escriví panadero de la ciudad al que le dan licencia para amasar “Pan Francés y Molletes”, debiendo celar el solicitante “sobre la buena calidad y peso cabal de ambas especies y estipulando su precio de venta en relación al pan común.

Esta imagen es la del clásico “molletero”, que se desplazaba por las calles con su canasto de molletes recién hechos, tapados con una manta para que no perdieran su calor y delicioso aroma.

Juan Bermúdez Olmedo
Publicada con autorización de la familia.

Recorría las calles de Antequera llamando a sus clientes a la voz de “molletes calientes”.

Aunque la imagen clásica del “molletero” ha sido sustituida por los vehículos de reparto, a nuestro personal se les sigue conociendo como “molleteros” empezando el reparto de los molletes recién hechos en las primeras horas de la noche.

El punto óptimo del mollete se logra al tostarlo. Por ello, es imprescindible, sea cual sea la receta que se vaya a realizar, tostarlo o, por lo menos, calentarlo.

En Antequera se considera que la forma más tradicional de tostar el mollete es pincharlo con un cuchillo y pasearlo sobre la llama de una hornilla hasta que aparezcan manchas oscuras en su superficie.

Los molletes se pueden tostar durante tres o cuatro minutos empleando preferiblemente una tostadora o un horno. En su defecto, se puede utilizar una plancha o una sandwichera. Pero lo importante es que hay dos opciones que provocan encendidas discusiones entre los amantes de los molletes y que son igualmente válidas: tostarlo cerrado (la más recomendable) o abrirlo en dos mitades y tostar cada una de ellas. En ambos casos, después se unta o se rellena y se come, según la receta, abierto o vuelto a cerrar.

En otras ocasiones, se puede rellenar o cubrir el mollete con los ingredientes y después tostarlo en una tostadora que mantenga el mollete en posición horizontal o en un horno, hasta que se doren y se calienten tanto el mollete como los otros ingredientes.

Aunque el momento más tradicional para tomar un mollete es el desayuno, se puede comer a cualquier hora (merienda, cenas, medias mañanas…) y acompañarlo con multitud de ingredientes.

Básico en una Dieta Equilibrada

En el año 2015 la Sociedad Española de Nutrición publicó la nueva pirámide alimenticia, donde los cereales y las legumbres se sitúan como base de una alimentación saludable, compartiendo eslabón con las frutas, verduras y hortalizas. Por lo tanto, el Mollete de Antequera puede incluirse con frecuencia en una dieta equilibrada.

Al fin y al cabo, los carbohidratos son los encargados de darnos la energía que necesitamos para nuestras actividades diarias, actúan como la gasolina en un motor. Además, nos ayudan a regular nuestra actividad cerebral y hormonal, por lo que deben tener un papel principal en nuestra alimentación.

Es importante consumir carbohidratos de calidad y combinarlos siempre con proteínas y grasas, para que se absorban de forma gradual y el efecto sea lo más saludable posible. También es fundamental realizar actividad física y adecuar el consumo de carbohidratos a nuestras necesidades individuales.

¡Disfruta con estas recetas!